jueves, 26 de julio de 2012

Falta envido y truco, chiste nacional

Si bien la banda de la cual hablaremos conforma un trío, tenemos que decir que la presencia inseparable de Mollo y Arnedo marcó la pauta a lo largo de los años de uno de los grupos con mayor identidad en Argentina. Divididos se formó en 1988 en Hurlingham, luego de la muerte de la leyenda encarnada en el líder de Sumo, Luca Prodan. Así Ricardo Mollo y Diego Arnedo, junto al baterista Gustavo Collado crearon “La División”, como se llamó en un primer momento a la agrupación. La relación del guitarrista y el bajista viene de antaño. En sus comienzos como músico Ricardo tocaba con su hermano, Omar Mollo, en el conjunto MAM (mente-alma-materia); a principios de los ´80 se quedan sin bajista y deciden incorporar a Diego Arnedo. Luego vendría la exitosa etapa juntos en Sumo. El primer álbum de Divididos denominado 40 dibujos ahí en el piso fue editado en 1989. En 1990 Gustavo Collado abandonó la banda y fue reemplazado por Federico Gil Solá. Fueron años turbulentos, sin embargo a fines de 1991 lanzan su segundo trabajo Acariciando lo áspero, debían difundirlo a través de shows en vivo. Como antecedentes en presentaciones auspiciosas fueron banda soporte de Faith No More en Obras en septiembre de 1991 y luego teloneros de INXS en River. Pero en recitales propios seguían remando contra la corriente. Comenzaron tocando en Cemento para 50 personas, ahí con el boca en boca, lograron que sus temas se fueran conociendo y finalmente llegar al número de 2000 concurrentes. Era el momento de dar el gran salto, debían tocar en Obras. La importancia de ese show radica además en algo que estaba latente en Divididos y luego con el tiempo sería una característica distinguida en la banda, su relación con el folklore. El primer Obras de “la Aplanadora del rock” fue el 23 de mayo de 1992, el mismo día que falleció Atahualpa Yupanqui. Siendo mayo y próximos al día de la patria decidieron entrar con caballos, que a su vez tenían escarapelas. No buscaban la demagogia, fue más bien irónico todo el “circo” desplegado, es más, el trío salió vestido con ponchos. Sin embargo, con el tiempo lograron fusionar su sonido contundente con temas folklóricos que fueron emblemáticos para Divididos. Según contó Mollo los caballos estaban tan dopados para que pudieran estar en el escenario que ni se movían. De ahí nació la frase: “entre chiste y chiste se me confundió,  si me lleva el pingo o el pingo soy yo”, del tema “Ortega y Gases”.


El segundo baterista de la banda, Gil Solá, describió cual fue la primera apuesta por el folklore que tuvo Divididos. Ocurrió antes de su primera presentación en Obras. El baterista por aquel entonces tenía un bombo legüero  en su departamento. Un día Arnedo lo fue a visitar y le propuso que lo llevara al estudio  para “tocarlo en joda”. Así cada vez que podían improvisaban y lo incluían en sus temas.  Con motivo de celebrarse los 6 años de la radio Rock and Pop, se realizó un festival en Obras con Rata Blanca, Los Guarros, JAF, Los Ratones Paranoicos, Attaque 77 y el grupo menos conocido: Divididos. Lo que recuerda de aquel show es que subieron al escenario e interpretaron “La Balsa” en clave zamba, con bombo y a capela. La gente estaba en estado de shock  pero luego se acostumbraría a esta fusión con el rock.
Por su parte Diego Arnedo es hijo de Mario Arnedo Gallo, un conocido compositor y cantante de zambas y chacareras. El bajista de Divididos afirma que hay una música heredada y otra elegida. Su elección fue el rock pero heredó el folklore desde muy chico. Ricardo cuenta que una noche estaban componiendo un blues y se le ocurrió poner la letra cantando “El Arriero” de Yupanqui, cuando vieron que encajaba perfecto fue uno de los títulos que formó parte del álbum La era de la boludez, para más tarde transformarse en un clásico del rock nacional.
Podemos pasar por “El Burrito”, “El Arriero”, “Huelga de Amores”, “Vientito del Tucumán”, “Guanuqueando” hasta el reciente trabajo en Amapola del 66 con el tema “La Flor Azul” en homenaje al padre de Arnedo, compositor del mismo. Hoy junto al baterista Catriel Ciavarella (que reemplazó al tercero que tuvo el grupo, Jorge Araujo) están presentando su nuevo material grabado en el estudio propio llamado La Calandria. “La Flor Azul” tuvo la participación esencial de Peteco Carabajal desplegando su magia con el violín.


La Flor azul es un símbolo central del Romanticismo. Representa el anhelo, el amor y el afán metafísico por lo infinito.


Quien pudo presenciar uno de sus shows, fue testigo de ese sonido que te pasa por arriba literalmente y decir incrédulos: “pero son tres tipos en el  escenario”. Su apodo de “Aplanadora del rock” (bien ganado) pudo combinarse con el folklore que siempre estuvo presente en sus notas y que identifica a Divididos orgullosamente con un sentido de pertenencia único.  


“Luz del alma, soy un hombre que espera el alba”

2 comentarios:

  1. impecable chapa... divididos esta a la altura de cualquier banda internacional y ademas tiene raices nuestras como es el folklore..

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    1. Gracias Marian! dedicado para vos que pedías rock de acá! y que mejor que Divididos como exponente de lo nacional

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